jueves, diciembre 14, 2006

Martes 12 de diciembre. El extranjero, de Albert Camus.

Les debo la portada. Ya regresé el libro a la biblioteca. Me he deshecho de tantos, unos a sabiendas, otros por prestona. Como no anuncié a tiempo el programa de radio, aquí les van mis impresiones del libro. En realidad Mersault no siente pena por nada, ni nada vale la pena. Ni la muerte, ni el amor, ni una mejor chamba, ni un cambio de vida. No tiene motivos, ningún hecho es significativo salvo la defensa de su amigo Celeste, cuando aboga por él y Mersaul siente ganas de besarlo.

El sinsentido de la existencia le da valor filosófico. Ver claramente lo absurdo de una vida. De la propia, de la del árabe, la de María que estará en otros brazos y la de los demás. Mersault ya había enterrado a su madre. En el asilo. En su mente, apenas la recuerda en sus últimas reflexiones. Al alba, a la hora del verdugo. Lo demás le pesa, se aburre de ser el centro de atención. Mientras se percata de su destino. En la última línea es morboso y acaso perverso. Pero al fin, un pensador.

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